El juego sucio en las campañas electorales: Caso Dilma

 Una Campaña Electoral es definida como, el proceso o conjunto de actividades que pretenden comunicar un mensaje claro “captar votos” . A través de la cual, un candidato, partido político o grupo de interés especial, manifiesta una búsqueda constante de apoyo, electoral, claro está, con el fin de obtener acceso a un cargo o función pública. Aunque como toda actividad en pro de la función pública, está sujeta a normas que propenden garantizar la igualdad de condiciones de los contendores, al tiempo que avalen la limpieza y transparencia del proceso electoral.

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Claro está, que cuando se habla de poder; y como así lo menciona el escritor estadounidense John Steinbeck “El poder no corrompe. El miedo corrompe, tal vez el miedo a perder el poder”, actualmente las campañas electorales en América Latina, se han visto envueltas en escándalos que obstruyen la transparencia de las mismas.

El “juego sucio” en la política cuenta hoy con el plus de las nuevas tecnologías. Plataformas como Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Periscope, entre un sin fin de aplicaciones, amenazan con la integridad de un rival político, respondiendo de inmediato a una difusión masiva de contenido que llega a los móviles de miles de personas en cuestión de segundos.

“Mais mudanças , mais corrupção” (más cambios, mas corrupción), tal y como lo denunció el periodista brasileño Fabio Alves desde su cuenta de Twitter, Alves conmocionó al mundo revelando la relación de Dilma Rousseff y el empresario Marcelo Odebrecht, presidente del conglomerado de construcción más grande de América Latina.

Para el 2014 Rousseff, quien fuera candidata del Partido de los Trabajadores (PT), exguerrillera contra la dictadura y ministra de Minas y Energía del Gobierno de Lula, fue re-elegida con el 51,64%, porcentaje que representó a 146 millones de ciudadanos. Pero ¿que hay detrás de estas cifras?. El TSE o Tribunal Superior de Brasil ordenó investigar la campaña que catapultó a Dilma Ruousseff y a su segundo al mando, Michel Temer, al Palacio de Justicia de Planalto, por financiación irregular en su campaña electoral.

La destitución de Dilma Rousseff, fue consecuencia de la Operação Lava Jato, acciones que vincularon la campaña de Rousseff, a una de las empresas implicadas en el escándalo de corrupción de PETROBRAS. Los ejecutivos pertenecientes a la firma de Andrade Gutiérrez declararon que, “su empresa financió la campaña de 2014”, reelección de Rousseff, a cambio de recibir contratos de la petrolera estatal, además de algunos contratos en proyectos, como los tres estadios erigidos que acogieron los partidos del Mundial de Fútbol del 2014, que tuvo como sede a Brasil pero como ganador al equipo Alemán, quienes se alzaron por goleada, una humillante, ante “La Canarinha”.

Flavio Caetano, abogado de la campaña de Rousseff manifestó una y otra vez que “toda la recaudación de la campaña de 2014 de la presidenta fue hecha de acuerdo a la legislación electoral en vigor”. Pero la suspensión de Dilma Rousseff que se produjo el pasado 12 de mayo, los sobornos consignados en “donaciones” y los tres millones de dólares en depósitos del extranjero a favor de Joao Santana, publicista de la campaña electoral de Rousseff, claramente demostraron lo contrario.

Por su parte el consultor brasileño Ciao Manhanelli expresé recientemente en una conferencia dictada en la ciudad de Quito, que la detención de Dilma no se produce por un caso de corrupción, sino por equivocaciones en la gestión o administración de recursos públicos y obviamente por la falta de claridad en la relación con privados.

Entonces ¿quién gano esta vez?.

Laura L, De Las Aguas Couttin. Estudiante de Ciencia Política.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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