Es clave que los procesos de empalme o transición entre el gobierno que deja un cargo y el gobierno que llega; se desarrollen sin mezquindad ni egocentrismos y bajo tres criterios: Claridad, Transparencia y Responsabilidad. Así debería ser en todo América Latina, pero es claro que muchas veces se requiere de una asesoría por parte de un actor neutral quien, con profesionalismo y sin apasionamientos, medie entre dos posturas, estilos y horizontes contradictorios.
Cuando ha sido elegido un nuevo gobernante en cualquier país, provincia, ciudad o territorio; los equipos conformados por las cabezas del poder ejecutivo en cada lugar, debieron iniciar la fase preparatoria para alistar todos los insumos que va a poner sobre la mesa del empalme, con el propósito de que el equipo de relevo no empiece una gestión de cero, pueda hacer una reflexión y diferenciación entre los componentes de un plan de desarrollo e identifiquen aquellos proyectos que son políticas públicas y compromisos de Estado.
La Administración saliente debe entregar un informe de gestión y recomendaciones al gobierno entrante y en una segunda fase se reunirán con una comisión nombrada por el nuevo gobernante, donde se puede incrementar la petición de información, con las garantías que brinda la presencia de instituciones como los organismos de control y el Consejo Territorial de Planeación, este ultimo es un grupo de líderes por sectores que es veedor.
Este proceso, que podría prolongarse durante el mes de noviembre e incluso inicios de diciembre, concluye con la presentación pública de una acta de entrega de gobierno y generalmente se caracteriza por un acuerdo en relación con la información recibida o la recepción de dicho informe y la publicación de las inconformidades.
Sin embargo el espíritu de este proceso no es “mirar por el retrovisor” para empantanar la gestión del antecesor y su equipo, puesto que es resorte de los organismos de control, identificar los hechos que constituyan potenciales irregularidades en la gestión pública, investigar y si considera menester hacerlos públicos y ejercer las sanciones respectivas.
La esencia de un buen empalme es lograr que el nuevo equipo de gobierno pueda tener las herramientas para emprender la etapa final del proceso que se da entre enero y febrero cuando se teje el nuevo Plan de Desarrollo con los ciudadanos, para la priorización y ejecución de recursos en el siguiente cuatrienio.
Debe haber CLARIDAD: En el informe del equipo saliente, su forma de compartirlo, la sencillez, la disposición a resolver dudas, la practicidad en relación con el nivel estratégico y no operativo o táctico de una comisión de empalme, el tratamiento de los temas, explicaciones, uso de analogías y expresiones que sean pertinentes. También debe ser claro quien recibe en relación con sus preguntas y prospectiva.
La TRANSPARENCIA es una cualidad innegociable en cualquier proceso público y de gobierno. Si bien la investigación y el estudio que se vieron reflejados en una campaña exitosa dejan mucho conocimiento sobre la realidad de aquel territorio, los detalles sobre el manejo en el período que concluye, la tiene en sus manos el gobierno saliente y se deben poner las cartas sobre la mesa con toda la información, incluso al escrutinio de los organismos de control y el ente veedor presente en el empalme. Ni que decir el gobierno entrante al ser transparente en la información que recibió y la forma cómo va a administrar en el periodo que viene.
Debe haber mucha RESPONSABILIDAD con el presente y el futuro del territorio que se administró y también con el que se va a administrar. Hay recursos blindados por ley para salud, educación y saneamiento por ejemplo. Maneje con la mayor discreción posible este proceso de cara a los medios de comunicación, solo entregue información consolidada y que usted tenga clara y comprobada, pues el prestigio o la imagen política no es mas importante que la misión responsable de tratar de entender la tarea que recién se emprende.
Miguel Jaramillo Luján, Consultor Marketing Político y Gobierno