Las Cinco conclusiones que deja Odebrecht

La corrupción es la peor enfermedad que padecen  las sociedades latinoamericanas y en el inicio de este 2017  así lo demuestra uno de los peores escándalos en la historia de la región.  Odebrecht ha puesto en evidencia esta gran corrosión ética y moral, donde altas sumas de dinero de una firma brasileña ingresaron al bolsillo de diferentes personas y organizaciones con el fin de favorecer procesos de contratación en diversos gobiernos nacionales.

El politólogo Guillermo Henao nos comparte un lúcido texto con cinco claves para entender lo que hasta el momento ha dejado el escándalo de Odebrecht…

  1. La corrupción es una empresa transnacional

Si algo podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que la corrupción supera al Estado, y no solo al Estado colombiano. Latinoamérica se ha visto conmocionada con el caso Odebrecht, es indudable que los tentáculos del clientelismo y de las dádivas tocaron a varios gobiernos y apenas se están empezando a sentir las consecuencias políticas de estas acciones.
Idealmente los países deberían actuar conjuntamente frente a este flagelo, pero al ser la corrupción una empresa transnacional tiene la posibilidad de mimetizarse dentro de diferentes legislaciones y modelos burocráticos lo cual hace más complicado rastrearla y castigarla.

 

  1. Hasta los presidentes son débiles ante la corrupción

Hasta hace algunos años parecía imposible que la corrupción no pudiera tocar a las figuras que representan la unidad. Hoy nos queda claro que todas las ramas del poder público son susceptibles en todos los niveles. Lo más preocupante de esta situación es que la empresa corrupta ya no busca cooptar el Estado de abajo hacia arriba, sino que ahora lo hace desde arriba hacia abajo para no tener que formas redes clientelares amplias. El poder corrupto entonces se extiende como una red que partiendo desde el punto más alto busca tener incidencia en amplios sectores y no tendrá tantos inconvenientes ni tantos pagos porque se legitima en un referente presidencial.

 

  1. Las campañas  los lados más débiles de nuestras democracias

Muy a pesar de que en nuestros países se han creado leyes e instituciones para evitar que las campañas políticas sean instrumento de contratistas para ganarse el afecto de los candidatos o comprometerlos a futuro, esto poco o nada ha funcionado. Las leyes siguen siendo plausibles y los actores corruptos encuentran el quiebre para poder infiltrarse y realizar su cometido. Lo preocupante de esta situación es que termina siendo casi imposible para la justicia encontrar responsables y se termina esperando responsabilidad política por parte de los implicados, lo cual pocas veces se traduce en renuncias.

 

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  1. Las instituciones están actuando tarde

Los corruptos parecen estar un paso adelante de la ley, sus acciones son vigiladas por órganos de control que en su gran mayoría hacen vigilancia posterior lo que implica que no se actúa ipso facto. Las instituciones encargadas de vigilar el aparato electoral actúan bajo la premisa de recibir información veraz por parte de las campañas, pero denuncias posteriores  han mostrado que los topes monetarios han sido superados, las alianzas de doble militancia se han dado y las conexiones con actores irregulares han estado a la orden del dia. Es necesario hacer reformas al sistema, promoviendo una vigilancia activa de los procesos electorales y  no letra muerta que reposa en resoluciones y decretos.

 

  1. Imposible recuperar la confianza de la ciudadanía

La ciudadanía a pesar de no encontrar sorpresa cuando se revelan este tipo de acciones si sufre hastío y cansancio con el sistema político. El cansancio con el sistema político se ha transformado en diferentes oportunidades en abstención electoral o aparición de outsiders  que saben canalizar esta inconformidad y la transforman en votos. Los partidos políticos no han trabajado en recuperar la confianza de los electores: las transformaciones internas han sido lentas, la imposibilidad de desmarcarse de los corruptos los aleja de electorado y las comunicaciones repetitivas  no logran enviar mensajes que la ciudadanía entienda como renovación..

 

La corrupción como un cáncer se ha enquistado en América Latina, las soluciones no aparecen a la vista; pensar que solamente un endurecimiento de las leyes generaría cambios es como creer que agregando aceite al automóvil este rodará mejor sin cambiar las llantas. Es necesaria una apropiación efectiva de lo público, permitiendo que la representación ejercida por nuestros políticos se haga en doble vía y que el cuestionamiento ético sea el medidor de las acciones en las corporaciones latinoamericanas.

Por Guillermo Henao, politólogo del equipo www.marketingpoliticoygobierno.com

@memohenao

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