¿Son personales las redes sociales de una figura pública?

 

 

¿Qué tan íntimas son las redes sociales de una persona pública? Es una pregunta que a menudo suelen hacerse muchos dirigentes, deportistas y empresarios, cuando por algún motivo son cuestionadas sus publicaciones en relación con ese rol que representan hacia sus públicos de interés.

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Recientes episodios de funcionarios públicos que vía Facebook, twitter o snapchat expresan posturas, opiniones o comparten un poco de su vida con imprudencia, deja en evidencia un argumento en el cual me sostengo: Hoy los Social Media no son canales de comunicación; constituyen una nueva calle, una nueva acera, un nuevo escenario público de exposición para el aplauso y el fortalecimiento de la imagen o el deterioro de la misma; ambas en clave de posicionamiento, pues el indicador de visibilidad lo marca esa posición que se ocupa en la mente y el corazón de las personas que son de tu interés, más allá de que piensen bien o mal sobre ti.

 

El verdadero problema de las redes sociales es que ciertos funcionarios, por su juventud, inexperiencia y poca asesoría calificada y realmente crítica, salgan a justificar que sus redes son personales y por ello pueden decir lo que quieran en ellas. Será verdad desde el componente jurídico civil o desde su rango de funcionarios; pero es un error terrible pensar y comportar ello, dando la espalda a la necesaria conciencia de que se es funcionario o personalidad pública 7 días a la semana y 24 horas al día.

 

Ser funcionario público hoy en América Latina es uno de los más grandes honores que existen para cualquier ciudadano, pero también una misión con una gran margen de desgaste y exposición pública a la incomprensión;  donde buena parte de ese diálogo o abucheo del ciudadano ocurre en las redes sociales, allí en ese escenario público virtual,  los amigos buscan como elogiarte y los opositores no perdonan la oportunidad o el descuido que tengas, para pasarte factura y pegarte con el garrote.

 

Hoy los círculos de opinión pública hacen seguimiento al gobernante más desde las imágenes que se proyectan que desde el fondo de sus propuestas, por eso cobran gran relevancia valores como la prudencia, la discreción, el uso de pocas y muy claras palabras, la reserva de la vida íntima y el silencio frente a ciertas posiciones radicales que puedan encender odios o generar posturas extremas para una persona que necesita un margen de maniobra y un capital político, quizá para ponerlo sobre el “asador” de la opinión pública con el fin de ganar batallas que realmente sean representativas para el gobierno o la empresa que representa.

 

No se trata de pedir la cabeza de un funcionario porque alaba el abatimiento de un presunto delincuente eso es exagerado. Si bien el valor de la vida está por encima de todo, el hecho en si mismo, la justificación y la activación de los protocolos de privacidad de su Facebook demuestran que a este funcionario si le pareció importante lo que ha dicho y obviamente lastimó su reputación e imagen con los efectos generados, sin beneficios para el proyecto macro del que hace parte. No creo que esta persona vuelva a manifestar posiciones en relación con este tema, salvo que estén basadas en la posición oficial. Descubrió que es portavoz formal o informal de una administración 7/24 desde el manejo que da a sus redes sociales: Eureka.

 

También es lamentable el episodio de un concejal, quien se toma una selfie en plena sesión donde se discute un tema delicado como los pagadiarios, esos créditos callejeros con altas tasas de interés que afectan a muchas personas humildes en la ciudad.  En medio del debate el edil publica que él está pensando más en el partido de su equipo de fútbol que en el tema que están discutiendo. Creo yo que este tipo de publicaciones, estilos y afirmaciones debilitan la confianza de la comunidad no solo en ese político, sino en la política misma y acrecientan ese escepticismo y fastidio de la ciudadanía por los asuntos públicos con la graves consecuencias que esto trae.

 

Más allá de las apariencias, las figuras públicas deben entender que su imagen, su marca y reputación no es un aspecto cosmético, accesorio ni banal; por el contrario es un tema clave, fuerte, científico y cada vez más vigente que se debe estudiar, comprender y acompañar de asesores que se esfuercen por decirles la verdad y no sobarles chaqueta o camisa playera.

 

Antes de publicar algo en redes sociales o de comentarlo a otras personas, siga el buen consejo del filtro socrático:  ¿Es Bueno, Útil y verdadero lo que voy a publicar?

 

Miguel Jaramillo Luján, Consultor en Gobierno y Políticas Públicas

 

 

 

 

 

 

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