Según el sentido común democrático, si así le podría llamar yo a la naturaleza de las leyes que en cada país latinoamericano se refieren aspectos universales, llamamos rendición de cuentas a un ejercicio que tiene como característica la socialización horizontal de la gestión con sus resultados, proyecciones, virtudes y defectos; a partir de los cuales es sano validar con los usuarios de la acción pública, la forma de que se viene materializando en la gestión de un gobierno. Sin embargo en la práctica de muchos equipos de Marketing de gobernantes, líderes o cabezas de instituciones públicas del continente, la rendición de cuentas se ha convertido en un ejercicio de crear una película de cine que solo tiene momentos felices, solo hay héroes y existe una verdad revelada frente a la cual solo son válidos los aplausos o las voces de aprobación. A esto hay que sumarle lo aburridas que son estas sesiones o las piezas de comunicación que se originan para dialogar con los ciudadanos la gestión que se desarrolla. Parecen concebidas por el mismo gobernante en sus ratos libres con lo pesadas, grises, aburridas y verticales que son estos medios; adicionalmente se erigen más en piezas de divulgación que en piezas que busquen propiciar un diálogo o que evidencien aspectos por mejorar. La evolución y la formación de nuestros equipos de gobierno y de marketing tiene que llevarnos a una mayor madurez frente a la crítica, que es el verdadero problema de fondo que tenemos en nuestra cultura y el cual nos impide ir más allá como sociedad, siempre tratando de ocultar esa crítica que siempre estará presente en las relaciones humanas y que hace parte de la subjetividad necesaria para poder replantear la manera en la cual hacemos las cosas y de todas las versiones sacar provecho para construir una metodología colectiva que se enriqueció por la discusión. Miguel Jaramillo Luján Consultor en Marketing Político y de Gobierno
Rendición de cuentas que deja participar
Actualizado: 18 oct
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